viernes, 6 de marzo de 2009

Éstas son las palabras que Teresa Dovalpage escribió para la contraportada

Espejo de tres cuerpos es una novela con ribetes benaventianos en la que el triángulo imposible, el más prohibido de todos, se forma ante los ojos del lector. Pero si desde sus inicios la relación resulta complicada, el hecho de que todas las protagonistas sean mujeres vuelve aun más suculento este ajiaco literario. Ajiaco, sí, porque aunque la trama tiene lugar en México, la gracia caribeña de la autora asoma entre las páginas con un guiñito cómplice... La manera en que se enlazan y desenlazan los tres cuerpos reflejados en este espejo construido de palabras en lugar de azogue revela la maestría de Odette Alonso, capaz de trazar retratos auténticos y vívidos con cuatro pinceladas.
Berenice, juvenil y desprejuiciada, tiene algo de sirena y de afrodita. Ante su embrujo femenil caen Ángeles, la al principio estirada profesora... y algunas chicas más. La obra comienza con el protagonismo de Ángeles, pero no se limita a describir el tránsito de la madre-divorciada-y-un-poco-reprimida a la amante apasionada que llega a desbocarse con Berenice en un sofá. Hay mucho más que eso. Espejo de tres cuerpos contiene una propuesta y un sinfín de preguntas. ¿Qué se hace cuando el amor (no importa el rostro... o el sexo con que se aparezca) llama a la puerta? ¿Se le franquea la entrada? Y lo más importante, ¿cómo arreglar la vida cuando el amor decide huir?